Anita Rema

Conocí a Ana hace muchos años cuando ambas trabajábamos como Project managers para una agencia de eventos MICE y ya entonces pude constatar que se trataba de una persona tremendamente empática y sensible, a la par que meticulosa y perfeccionista.

No vivíamos en la misma ciudad, pero de alguna manera, a través del teléfono, conseguimos hacernos amigas.

Y visto ahora, con retrospectiva, me resulta tremendamente curioso que durante mucho tiempo ni siquiera supiéramos qué apariencia tenía la otra. Sólo tenía su voz. Pero ¡qué voz! Dulce, cuajada de matices, traspasada de verdad.

Por eso, cuando algunos años después de habernos perdido la pista, Ana me contactó para contarme que se estaba formando como locutora, no me sorprendió que su verdadera vocación girase en torno a su maravilloso instrumento. Solo ha tenido que formarse un poco para que toda la creatividad y todo el talento interpretativo que llevaba dentro erupcionasen, dotando de belleza y profundidad a cualquier frase que pronuncie.Y en ese sentido, solo puedo estar agradecida porque me propusiera convertir en audiolibro mi novela infantil “El gato que regalo sus vidas”. Elegimos a modo de prueba el tercer capítulo, cuando Gato, el protagonista, se hace amigo de la pizpireta Mariposa.

No imaginaba la dificultad que entrañaba aquel capítulo concreto. Lo escogí porque era mi favorito, sin pararme a pensar en lo difícil que sería transmitir toda su carga emocional sin caer en la sensiblería; dotar a cada uno de los personajes (masculinos y femeninos) de una personalidad característica y perfectamente diferenciada, adaptándose a los cambios en sus estados de ánimo y actitudes.

¿Qué puedo decir? El resultado excedió todas mis expectativas hasta el punto de emocionarme.

Ana no te lee una historia, Ana la engrandece convirtiéndose en todos y cada uno de sus personajes, para hacerles cobrar vida ante ti con la única varita mágica de su voz.

Solo puedo estar eternamente agradecida.